Estela fugaz

Subió a pie un cerro cualquiera de una comuna inespecífica del norte de la capital. Esa noche las luces de la ciudad brillaban fuertemente en un cielo nocturno intimidante y claro. Random, inmerso en sus pensamientos, no notó la belleza de la noche ni tampoco el fuerte viento que cada cierto rato abría su chaqueta, dejando entrever una camisa blanca y una elegante corbata negra manchadas con sangre.

En la cima, los diamantes del collar de Verofeliana o como se llame la hacían visible a la distancia. Rápidas imágenes de Estelofeliana o quien quiera que sea cruzaban por la cabeza de Random: Su sonrisa al despertar, sus tostadas quemadas por la mañana y el sonido de sus tacos antes de ir a trabajar.

Cuando estuvieron cerca, Verofeliana o como sea que se llame lo abrazó. Random cayó a sus pies en un llanto silencioso. Verofeliana o como sea que se llame susurró:

-Era necesario. Ahora podemos ser felices-

Random le apretó fuertemente el cuello y le dijo con serena rabia:

-Esto también es necesario-

El disparo ahuyentó los pájaros. Al rato, el charco de sangre tocó los diamantes.


(Saint Jarh)