Cometa

Está la eterna idea en mi cabeza de que soy un personaje trágico. De esos atrapados en un destino inevitable. De adolescente no podía ver las películas donde un personaje fracasara hiciese lo que hiciese. Ni las películas de terror las esquivé tanto. Solo de adulto pude conciliar el terror de mi cabeza con la vida real.

Decidí que si mi destino era fracasar, lo haría con gracia. Ni siquiera me desgastaría en hacer una vida significativa, bastaría con que fuera graciosa. El humor rompería la tragedia y por ende, rompería el encierro propio a los personajes trágicos. Quizás el personaje trágico no se construye en la tragedia, sino en cómo decide afrontarla. La última oración no viene de un optimismo burdo, sino de un pesimismo resignado. Es increíble que optimistas burdos y pesimistas resignados usen la misma frase y que ésta siempre sea desagradable.

Lo más probable es que la alternativa sea ser cometa, brillar todo lo que se pueda mientras se cae con gracia y luego aceptar el destino de pesada roca sin rumbo por la eternidad.

Muy dada todo, muy dada.

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