La paz del Hombre Azar
Quizás la lección más importante que aprendió Random fue aprender a perder. Ganar es fácil, pero lo que haces cuando pierdes una final es otra cosa. Acá estaba Random, tirado en el pasto del extrañar. No sonreía tras la derrota, eso nunca lo aprendió. Sin embargo, sanaba más rápido y hacía girar la rueda de la vida con mayor frecuencia. Sólo por mera probabilidad tenía que ganar alguna vez. La finitud del tiempo le había enseñado a procesar la pérdida y recomponer o minimizar el daño, dependiendo de la situación. Desde esta modesta relación con el displacer, había logrado paz y desarrollado un cariño sincero con otros. Puede que la redención de Random sea el período más digno de contar de toda su vida, en todas su vidas. Sin embargo, ese es material de otra historia.
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