Memorias

En su lecho de muerte, Random recordaría con cariño el momento en que se dio cuenta que no sabía amar. Al contrario de lo que se pudiera esperar, lo embargó la esperanza en vez de la tristeza. Le quedaba vida para amar y ser amado, aunque no supiera cuánta. Aprendió a sentir y a dar amor, a reconocerlo, distinguirlo y cuidarlo, a darle calidad y prioridad. Pudo morir feliz el buen Random, recordando ese momento.

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